miércoles, marzo 29, 2006 

Discurso de Salvador Allende en el Senado celebrando la formación de la Unidad Popular

Discurso de Salvador Allende en el Senado, pronunciado el 6 de enero de 1970

Señor Presidente, pocas veces en la vida política chilena ha habido mayor inquietud en vastos sectores ciudadanos ante las perspectivas del pueblo de expresar sus anhelos y sus ansias en la lucha presidencial que se avecina.

No deseo, ni sería pertinente, hacer un análisis relativo a la significación del esfuerzo unitario de partidos o grupos que, a nuestro juicio, evidentemente representan la mayoría del país. Tan sólo deseo señalar que, en mi opinión, en esta hora inquietante de nuestra vida nacional, se hace más necesario que nunca tener fe y confianza en la voluntad de las masas populares y en la capacidad de sus dirigentes para enfrentar la responsabilidad histórica que tenemos los hombres de izquierda.

Hoy, desde el punto de vista personal, como precandidato del Partido Socialista, he tomado una resolución, condensada en un documento que me permitiré leer en el Senado, porque su contenido es de tipo político y porque ésta es nuestra tribuna. Sería petulancia de mi parte imaginar que los señores senadores se preocuparan de un problema de orden personal. Pero siendo, como es, una materia esencialmente política, quiero que mi pensamiento quede incorporado al Diario de Sesiones del Senado.

He entregado al conocimiento del país la siguiente declaración:

La designación del candidato único de los partidos de izquierda ha provocado lamentables dificultades, después de los significativos avances que se alcanzaron con la redacción de un programa, del acuerdo acerca del carácter del futuro Gobierno Popular y de un docu mento sobre la orientación de la campaña presidencial.

La circunstancia de que sea mi nombre el postulado por el Partido Socialista para aspirar a la representación unitaria y de que no se haya producido acuerdo en torno de la nominación, me han inducido a adoptar una actitud —ya conocida por mi partido— que creo necesario explicar públicamente.

Estoy cierto de que el Comité Central y los militantes del partido acordaron mi postulación teniendo presente mi invariable lealtad al socialismo, observada durante mi vida política y los esfuerzos que nunca escatimé en pro de la unidad popular.

Hace más de treinta años, me correspondió participar en forma activa en la erección del Frente Popular, movimiento unitario de izquierda que, con el sacrificio de legítimas aspiraciones de los partidos de la clase obrera —como el socialista— hizo posible el triunfo del presidente Pedro Aguirre Cerda, en cuyo Gobierno tuve el honor de ser ministro de Salubridad, como personero de mi colectividad.

En 1952, en momentos difíciles para la clase trabajadora y sus colectividades políticas, enfrenté la dura tarea de encabezar un movimiento de esclarecimiento ideológico, asumiendo su representación en una contienda sin posibilidad alguna de buen éxito electoral.

En 1958 y en 1964, fortalecido ya el proceso iniciado en 1951, me correspondió personificar al Frente de Acción Popular en dos campañas presidenciales, que si bien no culminaron en la conquista del poder, contribuyeron de manera decidida a esclarecer y ampliar el proceso revolucionario.

El esfuerzo para unificar los partidos populares tiene ahora importancia aún más relevante.

La Unidad Popular se plantea como la alternativa de un Gobierno diferente; es la conquista del poder para el pueblo, precisamente después que el país ha experimentado el fracaso del reformismo demócrata-cristiano y cuando aún están a la vista los resultados del anterior régimen, inspirados ambos en el capitalismo tradicional.

El panorama internacional nos señala la urgencia de enfrentar la intromisión imperialista, cada día más insolente y traducida en el fortalecimiento de las fuerzas represivas y contrarrevolucionarias y de la que es gráfica demostración el informe del gobernador Rockefeller.

El proceso unitario en desarrollo abarca una amplitud nunca antes alcanzada y muestra en su seno la definitoria gravitación de los partidos revolucionarios. Las proyecciones de estos últimos son producto, en buena cuota, de la acción conjunta desplegada durante más de 14 años por socialistas y comunistas. La unidad también aparece reforzada por la radicalización de los partidos de clase media; como consecuencia de la dramática realidad social que castiga también a sus militantes y simpatizantes. Estas características diferencian nítidamente al proceso actual de anteriores experiencias, como el Frente Popular.

Los acuerdos suscritos por los partidos populares constituyen una expresión promisoria de los propósitos que orientan el proceso unitario. Por lo mismo, se tornaa más extraño y lamentable que surjan dificultades en la designación de quien habrá de representar a los sectores de izquierda en la próxima elección presidencial.

Al no vislumbrarse acuerdo en las conversaciones bilaterales, de inmediato comuniqué a mi partido, hace días, la petición de que se considerara seriamente la expectativa de levantar la postulación de otro de sus miembros, solicitud que he reiterado con posterioridad.

La Comisión Política del socialismo no consideró que procedía acoger mi sugestión. También puse oportunamente en conocimiento del Partido Comunista mi actitud. Actué de igual manera con algunos dirigentes del Partido Social Demócrata y con el senador don Luis Fernando Luengo, único parlamentario de esta misma colectividad.

E! Partido Socialista nunca atribuyó al hecho de no apoyar en esta etapa una determinada candidatura, extraña a sus filas, el significado de un veto o descalificación, circunstancia que había implicado prepotencia política. Durante la prolongada trayectoria cumplida con dedicación y esfuerzo incansable a favor de la Unidad Popular, nadie ha pretendido aplicar procedimientos discriminatorios.

En este momento tan trascendental para el proceso popular y para el país, no podría yo jamás asumir una actitud diversa de aquella que invariablemente he mantenido: consecuencia política y que es, sin duda, el mejor atributo que puedo exhibir después de tan dilatada participación en la lucha revolucionaria.

Fue seguramente la consideración de esta circunstancia la que indujo a mi partido a levantar, una vez más, mi nombre. En forma correlativa, por mi parte consideré que debía prestar, también una vez más, mi contribución a la causa a que siempre me he esmerado en servir con honestidad, decisión y clara conciencia doctrinaria.

En la misma medida en que estuve dispuesto a hacer el aporte personal que me correspondía, si se consideraba mi nombre como garantía para alcanzar el cumplimiento de las aspiraciones unitarias, he resuelto solicitar a la dirección de mi partido, como ya lo he hecho, que se prescinda de mí, si mi nombre constituye obstáculo para el logro de metas que se hallan muy por encima de todo personalismo y en las que están en juego el presente y el futuro de la clase trabajadora.

Al plantear esta petición a mi partido, lo he hecho porque pienso que en la actualidad no estamos empeñados en la mera lucha por elegir un presidente de la República sino tras la conquista del poder para el pueblo, a fin de abrir caminos a un proceso efectivamente revolucionario, que inicie la construcción de la nueva sociedad chilena y que señale también una ruta para América Latina.

La tarea que tiene ante sí la Unidad Popular es de tal urgencia histórica, que, si no se cumple con prontitud, incontenibles tensiones sociales arrastrarán a Chile al caos, como consecuencia del fracaso del sistema. Hasta un ciego puede ver las proyecciones y el significado que han tenido y tienen las huelgas del poder judicial y del regimiento Tacna. La hoguera de rebeldía juvenil no se apaga sino con su presencia activa y creadora en la construcción del socialismo.

Si los partidos que reivindican para sí la responsabilidad de vanguardia no son capaces de cumplir adecuada y unitariamente su papel revolucionario, surgirán en forma inevitable la insurgencia desesperada o la dictadura como proyección de la insuficiencia cada vez más notoria del régimen.

No es el camino de la asonada, sin conducción política responsable, la solución que puedan sustentar los verdaderos revolucionarios. Luchamos por crear el más amplio y decidido movimiento antiimperialista, destinado a que se cumpla la revolución chilena. Los emboscados que hubieran podido llegar hasta nosotros, serán aplastados por la clarividencia revolucionaria del pueblo. No somos sectarios ni tampoco excluyentes; somos y seremos, sí, exigentes, para que en Chile el pueblo no aparezca burlado en sus ansias de independencia económica y política.

La dictadura contrarrevolucionaria no sená capaz, por cierto, de abrir posibilidades al país ni de acallar, por el imperio de la fuerza, la legítima rebeldía de los chilenos altivos y combatientes.

El cuadro nacional nuestro es muy claro. La frustración se expresa desde el intelectual al campesino, y la juventud busca tácticas de lucha que señalan su decisión de desafiar resueltamente el actual estado de cosas, aunque aquéllas no sean las más convenientes para el desarrollo orgánico del proceso revolucionario. Quienes tenemos serias responsabilidades en el movimiento popular y hemos fundido nuestra suerte con la suya, nos hallamos más obligados aún para asumir una actitud de desprendimiento y de consecuencia moral.

Es precisamente lo que estoy dispuesto a hacer. Al dar este paso de responsabilidad personal, reitero mi decisión de que, en caso de no alcanzarse la nominación de un candidato de unidad, hecho lamentable que nunca podría ser atribuido a intransigencias del socialismo, cumpliré las tareas que el partido me señale. Si en tales circunstancias se viera obligada nuestra colectividad a enfrentar separadamente la próxima elección presidencial y reitera su decisión de que yo lo represente, mis camaradas podrán contar, como siempre ocurrió, aun en los momentos y condiciones más difíciles y sacrificadas, con mi concurso para tan honrosa tarea partidaria.

Destaco, asimismo, la actitud del secretario general del partido y la dirección, en resguardo de mi candidatura.

Por último, quiero agradecer a los miles y miles de chilenos, miembros o no de los partidos populares, y a todos y cada uno de los socialistas su adhesión, expresada en las concentraciones multitudinarias realizadas a lo largo del país. A su lealtad de siempre, responderé con mi lealtad de siempre; no seré un desertor de la lucha revolucionaria, aunque no figure como candidato. Por el contrario, en tal situación, será para mí más imperativo seguir junto al pueblo. Nuestra responsabilidad se acrecienta, sobre todo en momentos en que sólo se descubren horas caracterizadas por amenazas reaccionarias o dictatoriales que, de concretarse, significarán violencia y represión contra la juventud y los trabajadores.

Personalmente, sólo aliento un anhelo íntimo: que vaya donde vaya, esté donde estuviere, seguiré siendo para el pueblo el “compañero Allende”.

 

Discurso de Salvador Allende que anuncia nacionalización del cobre

Discurso pronunciado por el Presidente Salvador Allende en la Plaza de la Constitución de Santiago, el 21 de diciembre de 1970 (la nacionalización del Cobre, anunciada en este discurso, fue aprobada por el Congreso en 15 de Julio de 1971).

Deseo ahora referirme al cobre. Y quiero que cada hombre y cada mujer que me escucha, comprenda la importancia del acto del cual vamos a firmar el proyecto destinado a modificar la Constitución Política, para que Chile pueda ser dueño de su riqueza fundamental, para que podamos nacionalizar sin apellidos, definitivamente, el cobre; para que el cobre sea para los chilenos.

Deseo entregar algunas cifras, porque sólo concientizando al pueblo, éste tendrá el sentido superior de su propia responsabilidad.

Nacionalizar el cobre ahora, el hierro, el salitre y la riqueza que, indiscutiblemente, obligará a una gran unidad de los que defienden a Chile y sus fronteras económicas. Yo reclamo que estén junto a nosotros aquellos que no tienen nuestro mismo domicilio político ni nuestras mismas ideas, pero que piensan en Chile y en su destino. El paso que vamos a dar, absolutamente dentro de los cauces legales, seguramente será distorsionado a escala internacional y también resistido por un grupo pequeño de malos chilenos. Pero el pueblo de Chile y el Gobierno Popular que presido, han medido claramente la responsabilidad de la medida que es indispensable tomar para fortalecer la economía de Chile, para romper su dependencia económica, para completar la esperanza y el anhelo de los que nos dieron la libertad política, para conquistar nuestra segunda independencia, la independencia económica de nuestra patria.

Vean ustedes algunos antecedentes: valor no retornado, es decir, que no volvió a Chile en la gran minería del cobre. Antes de 1930 no hay un control. No existía la posibilidad de una estadística veraz. Entre 1930 y 1969 han salido de las fronteras de la patria 3700 millones de dólares, que han ido a engrosar la gran fortaleza de las empresas que, en escala internacional, controlan los yacimientos cupríferos en los cinco continentes. En 1969 no retornaron 166 millones de dólares. Quiero destacar que 3700 millones de dólares es el 40% de la riqueza total de Chile, del esfuerzo acumulado durante 400 años por todos los chilenos. El 40% de esa riqueza ha salido del año 30 al 69 y este hecho no lo podemos olvidar. Chile sabe también que en total, más o menos en esos mismos años, además de por el cobre, por el hierro, el salitre, la electricidad y los teléfonos, han salido de Chile algo así como 9600 millones de dólares, lo que representa el valor total de la riqueza de Chile.

Otro Chile ha salido, por irresponsabilidad o complicidad de las castas gobernantes, por sobre las fronteras de la patria , mientras el hombre del pueblo se debatía entre el hambre, la incultura y la ignorancia. Por eso haremos que el cobre sea chileno, como etapa inicial de nuestras riquezas.

Quiero que el pueblo sepa que las utilidades netas en Chuquicamata, Salvador y El Teniente, entre 1955 y 1970, alcanzaron a 650 millones de dólares, es decir, un promedio de 110 millones por año. Ciento diez millones de dólares bastan, por ejemplo, para construir tres fundiciones y tres refinerías electrolíticas con capacidad de 100 mil toneladas cada una. Por ejemplo, esos 110 millones de dólares bastarían para alimentar a 250 mil familias chilenas durante cerca de 15 meses; entregar un par de zapatos por año a 2 millones y medio de chilenos.

Quiero que sepa el pueblo, que las inversiones en la Gran Minería y en la Andina después de 1965, según el plan de expansión, significó la inversión o significarían la inversión de 690 millones de dólares, para incrementar la producción en 412 mil toneladas al año. De éstos ya se han invertido 140 millones, pero Chile debe 530, es decir, la expansión de las explotaciones mineras se ha hecho endeudando al país.

Quiero que el pueblo sepa que El Teniente, vale decir la Kennecot antes de los pactos, era propietaria del 100 por ciento de las acciones del mineral llamado El Teniente y las utilidades retiradas representaban un 17,4%, las utilidades repito. Después del pacto, habiendo entregado el 51% de las acciones, siendo propietaria del 49% y habiendo recibido una apreciable suma de millones de dólares, la Kennecot ha recibido el 56% de las utilidades que corresponden a la
explotación, o sea, la Kennecot, ahora con el 49% ha tenido tres veces más utilidades que cuando controlaba el 100 por ciento de El teniente.

Quiero que sepan lo ocurrido en escala mundial con la Anaconda. Utilidades netas consolidadas por esta empresa: en 1969, la Anaconda obtuvo utilidades en escala mundial por 99 millones de dólares. De esas utilidades, 79 millones, vale decir, el 80%, las obtuvo en Chile. Sin embargo, en Chile sólo tiene invertido un 16% de las inversiones que tiene en escala mundial. El 16% de sus inversiones le da el 80% de las utilidades. ¡Caramba que es buen negocio para la Anaconda invertir su plata en Chile!.

Quiero que Chile no ignore que no controla ni la explotación, ni las ventas ni el manejo financiero del cobre, que alcanzó a mil millones de dólares en 1969. En años anteriores esto ha significado una verdadera sangría para el país. Se imponía, por ejemplo, un precio de venta inferior al internacional. Para no citar más que tres años, el déficit en el valor de las ventas por menor precio que se nos pagó por un precio inferior al internacional, entre 1964 y 1966, fue de 668 millones de dólares, que fueron utilidades exclusivas para las empresas.

Quiero destacar que sobre la base de la nacionalización, según las estimaciones de los técnicos y de acuerdo con los antecedentes disponibles, se calcula que a 45 centavos la libra y al nivel de producción anula, la nacionalización reportará para Chile 70 millones de dólares anuales suplementarios, más que los ingresos que hoy tenemos, es decir, 70 millones más que por el solo concepto de utilidades.

Quiero, por último decirles a ustedes que según antecedentes técnicos, las reservas mundiales de cobre alcanzan a 275 millones de toneladas métricas y que Chile tiene reservas que representan un 30 por ciento del total, o sea, más de 80 millones de toneladas.

Quiero que sepan que la ley promedio en escala mundial es de una riqueza de 1,5 y la ley promedio de Chile es de 1,7 a 1,8, es decir, somos un país que tiene ilimitadas reservas y una gran riqueza. Por eso es que en este instante, nosotros al dar este paso estamos encarando una gran posibilidad para el pueblo y para la patria y lo vamos a hacer dentro de los cauces legales, lo vamos a hacer como un derecho del pueblo de Chile, como una obligación del Gobierno popular que ustedes pusieron. Lo vamos a hacer posible para el progreso material de nuestra patria, para asegurar nuestra soberanía y para demostrar que la dignidad de Chile y su independencia no tiene precio, ni está sometida a ninguna presión ni a ninguna amenaza.

Por lo demás, quiero que se entienda perfectamente bien, esto no es una agresión al pueblo norteamericano ni al Gobierno norteamericano. Ni tampoco es una agresión porque vamos a utilizar la ley y a indemnizar según sea lo justo, y a través de los organismos regulares del estado chileno y de las propias empresas. Quiero decir públicamente, para terminar con infundios, o para impedir que la conjura internacional se desate en contra nuestra, que estamos llanos y así ya se ha resuelto, a utilizar los mismos usuarios que han comprado nuestro cobre en Estados Unidos o en Europa, que no nos negamos a negociar con ellos como a negociar cobre con cualquier país del mundo. El que nos pague más y mejor y el que nos compre cobre semielaborado, se llevará gran parte de la producción chilena.

Quiero señalar que no queremos quitar cobre a nadie que nos haya comprado y lo necesite. Lo que quiero decir es que sí vamos a ser dueños de la riqueza esencial de Chile; vamos a controlar su producción, vamos a fijar los niveles de producción; vamos a intervenir directamente los mercados y saber defender el interés de Chile por sobre todas las cosas, siendo nosotros sueños de nuestro destino económico.

Deseo, en forma muy breve, hacer una síntesis del proyecto que entregaremos mañana al Congreso. En ese proyecto se deja establecido, definitivamente, el dominio absoluto del estado sobre los yacimientos y minas, de modo que los particulares tendrán sobre ellos sólo el derecho de concesionarios. Se establecen las reglas para fijar los montos y formas de pago de las indemnizaciones en caso de expropiación, para ello se debe dictar una ley que determina los que es Gran Minería, y que puede referirse igualmente al cobre, al hierro, al salitre o a otro mineral cualquiera. Con este proyecto se da término definitivamente a toda posibilidad de existencia de contratos-leyes.

El estado queda en libertad para modificar lo que haya pactado con particulares, si así lo requiere el interés nacional, sin otra obligación que la de indemnizar al afectado.

El Estado queda facultado para tomar posesión material de los bienes en el momento mismo en que se dicte la orden de expropiación; esto es en cuanto a las normas generales.

En lo que se refiere al caso concreto de la nacionalización de las actuales minas de cobre de la Gran Minería, y de la Compañía Andina, incluida entre éstas, se aplican las normas generales antes indicadas. De modo que no necesita de una nueva ley. Los minerales y las instalaciones quedarán en poder del estado por el ministerio de la reforma Constitucional, que deja sin efecto la compra de las empresas que se había hecho en virtud de los Convenios del Cobre y se declaran disueltas las actuales empresas mixtas. Lo que se haya pagado por concepto de compra de acciones se ahorra a la indemnización que debe pagarse.

No se paga indemnización alguna por los yacimientos: el pago por los bienes expropiados es en dinero, a 30 años de plazo, con cuotas anuales con el interés del 3 por ciento sin reajuste. El pago puede suspenderse si los expropiados entorpecen la marcha de los minerales y se reducirá en la cantidad que hubiesen recibido las compañías por utilidades superiores al promedio anual. Este proyecto está dentro de nuestro derecho. Va al Congreso, donde será discutido y se oirán las corrientes de opinión pública en él representadas.

Estamos actuando dentro de los cauces jurídicos y legales.

Y, además, puedo recordar que las Naciones Unidas han reconocido el derecho de los pueblos a nacionalizar las riquezas fundamentales que están en manos del capital foráneo. Chile no renunciará a este derecho, porque ello implica romper nuestra dependencia económica, lo que significa también plena soberanía e independencia cultural. Por ello, esta tarde, al firmar ante ustedes el decreto que crea el Consejo Nacional Campesino y el proyecto que implica la modificación de la Constitución, creo que el pueblo entiende que estamos dando un paso decisivo en la vida histórica de la Patria.

Y si la juventud se va a movilizar y el campesino va a entregar su energía creadora y su capacidad, al igual que la energía creadora y la capacidad de la juventud, serán los mineros, los trabajadores del metal rojo, los empleados técnicos y los profesionales chilenos los que sientan el orgullo de trabajar en una riqueza que será de todos los chilenos. Y por primera vez en la historia, la bandera de la Patria flameará izada en el mástil del esfuerzo de los trabajadores chilenos, para entregar su capacidad productora al progreso de Chile y al pueblo nuestro.


 

Carta de Salvador Allente al General Carlos Prats

Carta de Salvador Allende al General Carlos Prats González, Comandante en Jefe del Ejército, con motivo de su renuncia y retiro del Ejército
(publicado el día 26 de agosto de 1973, por el diario El Siglo).







Señor general
Don Carlos Prats González
Presente.

Estimado señor general y amigo:

El Ejército ha perdido su valioso concurso, pero guardará para siempre el legado que usted le entregara como firme promotor de su desarrollo, que se apoyó en un orgánico plan que coloca a tan vital rama de nuestras Fuerzas Armadas en situación de cumplir adecuadamente sus altas funciones.

Su paso por la comandancia en jefe significó la puesta en marcha de un programa destinado a modernizar la infraestructura, el equipamiento y los niveles de estudio de nuestro Ejército, para adecuarlo a los niveles que demandan las tecnologías y ciencias actuales. Esto se le reconoce ahora y se apreciará mejor en el futuro.

Es natural que quien fuera el alumno más brillante, tanto en la Escuela Militar como en la Academia de Guerra, aplicara, en el desempeño de las más altas tareas del Ejército, elevada eficacia, riguroso celo profesional y efectiva lealtad con los compromisos contraídos con la nación, su defensa y su sistema de Gobierno.

No es solamente la autoridad gubernativa la beneficiada con su conducta. Es toda la ciudadanía. Sin embargo, estoy cierto que, dada su recta definición de soldado profesional, usted considera que simplemente cumplió con su deber. A pesar de ello, señor general, me corresponde agradecer, en nombre de los mismos valores patrióticos que defiende, la labor que usted desempeñó.

Expreso una vez más el reconocimiento del Gobierno por su valiosa actuación como Vicepresidente de la República, Ministro del Interior y de la Defensa Nacional. Su invariable resguardo del profesionalismo militar estuvo siempre acorde con el desempeño de sus difíciles responsabilidades, porque comprendió que, al margen de las contingencias de la política partidista, ellas están ligadas a las grandes tareas de la seguridad del país.

El encauzamiento del Ejército dentro de las funciones que le determinan la Constitución y las leyes, su respeto al Gobierno legítimamente constituido fueron reafirmados durante su gestión, de acuerdo con una conducta que ha sido tradicional en nuestra nación, que alcanzó especial relevancia frente a los incesantes esfuerzos desplegados por aquellos que pretenden quebrantar el régimen vigente y que se empeñan con afán bastardo, en convertir a los institutos armados en un instrumento para sus fines, despreciando su intrínseca formación.

A usted le correspondió asumir la comandancia en jefe del Ejército en momentos difíciles para esa institución y, por lo tanto, para Chile; sucedió en el alto mando a otro soldado ejemplar, sacrificado por su riguroso respeto a la tradición constitucionalista y profesional de las Fuerzas Armadas. El nombre de ese general, don René Schneider Chereau, trascendió nuestras fronteras, como símbolo de la madurez de Chile, y reafirmó el sentido o'higginiano impreso en el acta de nuestra independencia y que consagra el derecho soberano de nuestro pueblo para darse el Gobierno que estime conveniente.

Su nombre, señor general, también desbordó nuestro ámbito, al punto que en otras naciones aprecian, en toda su dimensión, su actitud profesional insertada en el proceso de cambios impuesto en Chile por la firme vocación de su pueblo.

Es este un momento en que hay chilenos que callan ante las acciones sediciosas, a pesar de hacer constantes confesiones públicas de respeto a la Constitución. Por eso, su gesto significa una lección moral que lo mantendrá como una meritoria reserva ciudadana, es decir, como un colaborador de la patria con el cual estoy seguro ella contará cuando las circunstancias se lo demanden.

Los peores ataques dirigidos contra usted constituyen una parte de la escalada fascista en la cual se ha llegado a sacrificar al comandante de la Armada Nacional, mi edecán y amigo, Arturo Araya Peeters, quien fuera ultimado por personas pertenecientes al mismo grupo social que tronchó la vida del general Schneider. Es éste un duro momento para Chile, que usted lo siente de manera muy profunda.

El gesto de su renunciamiento, motivado por razones superiores, no es la manifestación de quien se doblega o rinde ante la injusticia, sino que es la proyección de la hombría propia de quien da una nueva muestra de responsabilidad y fortaleza.

Lo saludo con el afecto de siempre,


SALVADOR ALLENDE G.
Presidente de la República.




Fuente: Salvador Allende-1908-1973 Obras Escogidas, Ediciones del Centro de Estudios Politicos Latinoamericanos Simon Bolivar, Fundación Salvador Allende (España).

miércoles, marzo 01, 2006 

Saludos y lecturas

Un saludo de bienvenida. El miércoles 8 de marzo comenzamos con las clases. En la primera sesión de trabajo les voy a exponer los contenidos que vamos a tratar, conversaremos acerca de las condiciones generales del curso, fijaremos las fechas y términos de las evaluaciones.

Les cuento que este espacio virtual se va a convertir en el punto en el que vamos a poder encontrarnos para compartir información. Aquí voya a difundir fechas, orientaciones sobre cualquier materia pertinente, encontrarán también algunas notas que conviene leer para profundizar en las materias discutidas en clases (junto con otras que pueden saltarse), etc.

Incluyo en este 'post' información sobre controles de lectura, trabajo final y examen.


Controles de lectura

Tendremos dos pruebas de lectura, en fechas a definir. La primera de ellas concierne a la materia de la primera parte del curso, en que vamos a estudiar la experiencia de socialismo vivida en Chile durante los años de la Unidad Popular. Una experiencia bien singular, de socialismo reconciliado con la democracia, que no había tenido precedentes en el mundo. Se ha escrito mucho sobre esto, acaso demasiado. Casi siempre en un tono que no conviene a un lector no especializado que quiera adquirir una formación general sobre la materia, de una manera amable, que sepa alimentar su curiosidad e interés. Afortunadamente han aparecido dos gotas de agua que se agradecen, en medio de este mar enorme de densidades. Se trata de dos libros que vienen recién saliendo del horno. El primero de ellos es obra de Gonzalo Vial, un antiguo profesor de esta misma cátedra. Lleva por título Salvador Allende: el fracaso de una ilusión. Fue publicado por el Centro de Estudio Bicentenario en conjunto con la Universidad Finis Terrae, el 2005. El segundo es una obra colectiva, empujada por Julio Pinto. La llamaron con el título bien descriptivo de Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular. Se la debemos a LOM, que la publicó también el 2005. Son textos interesantes que convienen al desarrollo del curso porque ambos nos ofrecen visiones con cierto espíritu crítico, que miran el mismo fenómenos desde ángulos contrarios. Ambos son gentiles con el lector, porque están escritos para paladar de hoy (nos ofrecen problemas y perspectivas, más que recopilaciones de datos, que logran llegar a la medula del asunto sin aburrir). El libro de Gonzalo Vial es una obra que nace de la pluma un historiador con sensibilidad de derecha, que se ha dado el tiempo para madurar un punto de vista sobre el singular proyecto de socialismo, en democracia, liderado por Salvador Allende. Su excelente libro, prologado por un texto informativo de Alvaro Góngora, nos ofrece la historia del fracaso de una ilusión implausible. Está tramado como drama. Rico en antecedentes biográficos, logra presentar, con el máximo ahorro de recursos, una buena impresión de conjunto a un lector sin formación. Este libro, que tenía en mi inventario, ya fue leído por casi todos ustedes en el curso de Chile en el Siglo XX que dicta Alvaro Góngora. Suficiente motivo para NO INCLUIRLO.

El segundo libro es complementario del anterior. A diferencia del texto de Vial, que dialoga con el tema, mirándolo desde una perspectiva de distancia, Julio Pinto y los demás autores del volumen entregan un análisis que logra examinar el mismo sujeto histórico bien desde dentro.
Los ensayos de esta obra colectiva abordan materias que Gonzalo Vial (y los demás autores que tratan el tema) pasa muy de soslayo. Lo hacen porque se ha hecho costumbre analizar esta experiencia con sentimientos de ira, de culpa o de la frustración, pasando por alto lo que ella tuvo de “positividad histórica”, como comentan los propios autores (lo que realmente quiso ser la “vía chilena al socialismo”).

En el menú de la primera prueba tienen que contemplar SOLAMENTE la lectura de algunos capítulos del segundo libro, más un par de cositas que combinan bien con estas lecturas (y con el desarrollo de las clases que tengo proyectadas para este semestre):
a) Julio Pinto: "Hacer la revolución en Chile", en J. Pinto, Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular (Santiago, Lom, 1993, pp.9-33). En algo más de veinte páginas el autor examina las importantes divergencias que existían al interior de las fuerzas leales a la UP y va viendo como ellas minan por los pies ese proyecto, hasta hacerlo completamente inviable. Los argumentos de Pinto son similares a los que expondré en mi clase.
b) Tomás Moulian (había anotado, por error, "Luis"): "La Vía Chilena al Socialismo. Itinerario de la crisis de los discursos estratégicos de la Unidad Popular" (Santiago, Lom, 1993, pp.9-33). Urgente leer este ensayo para entender las particularidades de este proyecto político.
c) Alan Angell: "La Vía Chilena al Socialismo", en A. Angell, Chile de Alessandri a Pinochet: en busca de la utopía (Santiago, Andrés Bello, 1993, 61-90). Una visión panorámica del período que debemos a una excelente pluma británica.
d) Cristian Gazmuri: "Una interpretación política de la experiencia autoritaria (1973-1990)". Este artículo nos entrega una de las visiones más claras y correctas del régimen militar. El autor fue muy gentil con ustedes: puso todo eso en muy pocas páginas.
Recomiendo el siguiente itinerario: comenzar con Angell, seguir con Pinto, luego con Moulián y cerrar con Gazmuri. Son pocas páginas. Aprovechenlas bien.
La fecha del evento: miércoles 19 abril a las 10:00 hrs.

Sobre la segunda prueba la receta incluye el libro "La historia oculta de la transición", de Ascanio Cavallo, que está en la biblioteca. La fecha de la evaluación: miércoles 21 de junio a las 10:00 hrs.
El texto es entretenido, porque está escrito con pluma periodística, muy centrada en la urgencia del detalle más inmediato. Tienen que leerlo con paciencia, buscando discernir el tema que el caballero está elaborando con su relato siempre enredado en sucesos muy chiquititos. Me gusta el texto porque describe bien esta época tan especial, mirandola desde dentro, a la manera de los protagonistas (más que de los analistas que miran la cosa con el beneficio de la perspectiva que permite la distancia).


Trabajo de investigación
Su compromiso es el siguiente:

a) Desarrollar en grupos de a 2 un trabajo de investigación, que profundiza algunas de las materias que vamos conversar, sobre en las siguientes áreas temáticas:
-La transición: singularidades de la experiencia chilena.
-Elecciones presidenciales desde los 70's hasta la que tuvo lugar recientemente.
-Elecciones parlamentarias desde los 70's hasta la que tuvo lugar recientemente.
-El "factor Pinochet" durante la transición.
-Los cambios vividos por la izquierda durante la transición.
-Cambios culturales vividos por los chilenos en la transición.
-Los militares durante la transición.
-Derechos humanos.

b) El trabajo tiene que constar de 12 artículos que orbiten en torno a un mismo tema, cada uno de los cuales debe tener una línea de desarrollo propia, con su correspondiente principio y final. Estos artículos deben ser escritos con una pluma suelta, que interpele la inteligencia de los lectores. Deben incluir el soporte de "datos duros", con citas a pie de página.

c) Los artículos deben escribirlos en documentos word. Deben desarrollar contenidos que se relacionen directa o indirectamente con materias tratadas en otras de sus notas, en otros sitios web (al final de sus artículos tienen que incluirme una propuesta de links).

d) En archivo aparte (jpg) tienen que incluir dos imágenes por artículo (fotos, dibujos, esquemas, cuadros, etc.).

e) En dos talleres, les voy a indicar como transformar (en forma rápida, simple y nada de traumática) esas notas en una bitácora o blog.

f) Cerramos con una presentación grupal realizada frente al curso.
La nota incluirá ponderación por el blog y por la presentación.